La disciplina, la ubicamos como uno de los criterios educativos fundamentales a nivel familiar, y mencionamos otros criterios que se relacionan con ella y que muchas veces son mal entendidos y aplicados inconvenientemente: la firmeza, la tolerancia y la flexibilidad. Todos ellos se refieren a la forma adecuada de manejar la disciplina a nivel familiar, por lo que es difícil analizar cada uno independientemente de los demás. En este espacio vamos a aclarar el concepto de firmeza, y su relación con la disciplina, y con la tolerancia y la flexibilidad.
La firmeza es la claridad de la actitud comprometida del educador, en este caso los padres, respecto del conjunto de normas generales establecidas por ellos mismos, que rigen la convivencia y las adecuadas relaciones familiares. La firmeza suele interpretarse como una actitud de férrea defensa de las normas y principios impuestos, invulnerable a cualquier actitud o iniciativa ajena a ellos, y sancionadora de la indisciplina. Este concepto de firmeza no es del todo erróneo, pero es en su forma cerrada y radical donde pierde parte de su verdad, y donde se vuelve incompatible con la flexibilidad y la tolerancia, que no debería serlo.

Firmeza no es rigidez. El conjunto de normas debe ser como un árbol que se planta; y para que sirva de punto de referencia, es necesario que esté permanentemente allí, firme, en el mismo lugar; y eso no quiere decir que el árbol sea rígido e inamovible. Por el contrario, el viento (la actitud de los niños) puede mover sus ramas, pero el árbol permanece en su lugar. Sin embargo, quien plantó el árbol puede trasplantarlo ocasionalmente a una ubicación mejor si lo considera oportuno, dependiendo de las circunstancias y de si la ubicación que tenía era o no el mejor punto de referencia. Y en la nueva ubicación seguirá firme.
Muchos padres establecen normas que ellos mismos muchas veces no cumplen, también descuidan su cumplimiento por parte de sus hijos y, de vez en cuando, se dan cuenta de que la relación familiar está degenerando y tratan de encauzarla con una actitud radical. No había referencia; no había firmeza porque el arbolito estaba plantado en una maceta que cada quien movía a su conveniencia. Otras veces los padres, arbitrariamente, con su actitud, parece que cada día tienen un criterio diferente. Allí tampoco hay firmeza; nadie sabe dónde está el árbol. Otras veces los padres plantan el árbol en base a criterios inadecuados, o que ya han perdido su vigencia, y lo defienden en su lugar contra viento y marea, recurriendo a drásticas sanciones, aun cuando es evidente que de esa forma la relación familiar no se cumple. trabaja. Eso es firmeza mal entendida.