Con sus botas puestas, Gerson, de solo 11 años, busca todos los días en su jardín los pepinos, rábanos y chiles que ha plantado para estar listos para dárselos a su abuela, quien no solo le enseña a preparar la tierra para su cultivo. jardín, sino también para preparar ensaladas frescas.
Actualmente, es fundamental mejorar los sistemas alimentarios de la población y brindar soluciones a través de la implementación de huertos familiares. De esta manera, el Ministerio de Educación (MINED) presenta alternativas no solo para cubrir los gastos de la canasta básica alimentaria de las familias de los estudiantes, sino para adquirir conocimientos que les permitan aprovechar los recursos existentes en sus hogares, con el fin de para producir alimentos saludables.
Gerson, quien cursó quinto grado en el Centro Escolar El Congo, en el municipio de Concepción Batres, Usulután, es uno de los más de 26 mil niños que se beneficiaron del proyecto «Cultivando Huertos Escolares y Competencias Productivas», implementado por el MINED, en el marco del Programa de Alimentación Escolar en 720 escuelas a nivel nacional.
“Mi abuela me enseñó a hacer los huecos para plantar y tengo que regarlos todos los días por la mañana y por la tarde”, dijo Gerson, refiriéndose a cómo empezó a trabajar en el huerto familiar que le regalaron en la escuela.
Por su parte, Dinora Mancía, la abuela de Gerson, explicó que “la profesora Vilma llamó a mi hijo para que fuéramos a recolectar las semillas para los alumnos de cuarto, quinto y sexto grado”, dijo refiriéndose al kit School Gardens. Contiene los insumos necesarios, como variedad de semillas, bolsas, plántulas, agril (tela para proteger el jardín), guías didácticas y para instrucciones de nutrición, sustrato, fertilizantes, bocashi (fertilizante orgánico), entre otros.
«Es bueno que la escuela les enseñe a plantar huertos familiares porque hoy, con el tiempo que estamos, es mejor tener un poco de verdura en casa para no salir a buscarlas al mercado. .Allí tenemos al nieto emocionado de hacer su trabajo. Eso es lo bueno de enseñar a sus hijos y luego a sus nietos, eso es lo que me hace feliz, ver que tiene ilusión ”, dijo Doña Dinora, quien está por cumplir 60 años.
Los huertos domésticos y escolares son espacios necesarios en la educación formal, pero también son herramientas poderosas para integrar la educación con la naturaleza y la sostenibilidad. Ahora, con la crisis generada por la pandemia (y que las recomendaciones señalan distanciamiento social y espacios abiertos), los huertos familiares tienen un gran potencial para la seguridad sanitaria de los estudiantes y sus familias.
Para Gerson y su abuela va más allá, ya que fortalece esa relación amorosa como fuente de apoyo, actuando como guía, confidente y amiga: «Lo que producimos lo vamos a comer y lo vamos a dar a los vecinos». dijo Dinora, mientras (con mucho orgullo) Gerson mostraba su primera cosecha: «Este es el primer pepino que ha nacido en mi jardín y lo hemos plantado con mi abuela; Lo cortamos del huerto que nos dieron en la escuela y nació con riego y fertilizante para que pudiéramos hacer una ensalada con pepino, rábano y ají para comer muy riquísima ”, concluyó, al mismo tiempo que se quitó el botas que dejaban sus pies sudorosos bajo el intenso calor del sol.