El arte de Educar… – Noticias de El Salvador

Los padres, por su parte, deben mantener un equilibrio entre el cariño y la disciplina. Locke explica que muchos padres cometen el error de tratar de hacerse amigos de sus hijos en la infancia y la juventud; el equilibrio entre la afabilidad y la exigencia materna o paterna es clave. Podemos ser amigos de nuestros hijos, pero primero somos padres y madres, sus educadores, tutores y guías.

John Locke en «Algunas reflexiones sobre la educación(Algunas ideas sobre educación), responde a la pregunta de un amigo sobre cómo educar a sus hijos; El documento alcanzó un éxito significativo desde el mismo momento de su publicación, en 1693, y ha sido un manual de referencia, tanto para la filosofía de la educación como para las prácticas domésticas en el contexto anglosajón.

Como señala Santiago Iñiguez de Onzoño, al comentar la obra de Locke: Muchos padres y madres creen que la responsabilidad educativa reside en las instituciones, colegios o colegios, y en muchos casos delegan la atención de sus hijos en smartphones, dispositivos tecnológicos, plataformas móviles y juegos digitales, por comodidad, falta de tiempo o recursos alternativos. Por otro lado, también está la adicción que se puede generar a partir del uso descontrolado de la tecnología desde edades muy tempranas.

Pero lo cierto, una de las aportaciones de Locke, es que los primeros maestros, donde todo está en juego, son los padres y las madres, ya que de los 0 a los 6 años, momento fundamental de la plasticidad cerebral, donde el juego, el juguete, el garabato, la imitación debe ser guiada y estimulada, está bajo la supervisión de los padres.

El segundo postulado indica que la educación es el mejor legado que se puede dejar a los niños y que está por encima de cualquier bien material que se les pueda transferir. Esa trillada y valiosa frase: “la educación es la mejor herencia”, especialmente en contextos volátiles de transformación digital, donde el capital y los activos desaparecen por circunstancias globales y especulativas.

En opinión de Locke -salvando la distancia y los aportes de la genética y las neurociencias-: Somos lo que adquirimos a través de la educación. Locke rechaza que nuestra forma de ser y comportarnos sea algo innato. Obviamente hay elementos genéticos, que Locke desconocía, pero sus argumentos siguen siendo válidos.

El concepto de «Tabula Rasa», parte de la corriente empirista, que sostenía que la experiencia es el primer constituyente de todo conocimiento que se produce en el ser humano. Esto fue reafirmado por Locke en «Un ensayo sobre el entendimiento humano(1690). Un ensayo sobre el entendimiento humano es el punto de partida de la epistemología antropológica y racional que rompe con el teocentrismo medieval.

Por otro lado, Locke explica que la educación de los niños no consiste simplemente en prestarles atención o tiempo; Usando una analogía clásica, explica que criar hijos es un viaje, similar al viaje entre Scylla y Charibdis que narra Homero en «La Odisea»; Es un viaje largo y lento, donde los detalles aparentemente insignificantes son importantes: el juego, el juguete, la imitación, el garabato, nos referimos a los ritmos importantes de la infancia.

Los padres, por su parte, deben mantener un equilibrio entre el cariño y la disciplina. Locke explica que muchos padres cometen el error de tratar de hacerse amigos de sus hijos en la infancia y la juventud; el equilibrio entre la afabilidad y la exigencia materna o paterna es clave. Podemos ser amigos de nuestros hijos, pero primero somos padres y madres, sus educadores, tutores y guías.

Llama la atención la condena de Locke al castigo físico como remedio para corregir las faltas de los niños, en un contexto histórico en el que esta práctica era común (y se siguió practicando hasta hace unas décadas, debido a los métodos lancasterianos). Sólo admite el uso del castigo físico en casos extremos de obstinación.

En lugar de utilizar castigos y premios -el palo y la zanahoria-, explica el filósofo, es preferible recurrir al elogio público cuando se hace una buena acción o se demuestran méritos personales, y a la reprimenda -a veces basta una mirada- en privado. , cuando los niños han actuado mal. Es interesante esta recomendación, que también debemos suscribir para formar la voluntad y evitar espirales de violencia.

Partiendo de la máxima de Juvenal, hombres sanos en cuerpo sano («mente sana en cuerpo sano»), hace varias recomendaciones relacionadas con la necesidad de practicar deporte, actividad al aire libre y una dieta equilibrada.

Es interesante su defensa de la natación, como práctica que desarrolla el cuerpo y la personalidad. Cita la expresión que los romanos usaban para describir a los mal educados: “nec literas nec natare” (“No tienen cultura ni saben nadar”). Recuerdo una anécdota que me contó hace años Ernesto Schiefelbein, ex ministro y profesor de Harvard: “En Japón los profesores reciben un curso para enseñar natación, ya que cuando uno da clases de natación se aclara el papel de quién enseña y quién aprende. ; Además, no puedes hacer trampa en el examen… y no hay escapatoria, o aprendes a nadar o te ahogas, no puedes aprender a nadar a medias o aprobar con una nota de 5…»

Los enfoques de Locke sobre la nutrición reflejan su formación médica en la Universidad de Oxford; Su conocimiento sobre los beneficios de comer ciertos alimentos o adoptar hábitos de vida saludables se destilan a lo largo del libro.

Especialmente interesante es la defensa que hace Locke del aprendizaje de un oficio o carrera, compatible con el estudio de las humanidades y las artes liberales, sobre todo teniendo en cuenta que dirige sus recomendaciones a un aristócrata que vivía de rentas. Aquí Locke es un precursor del modelo de estudio adoptado en siglos posteriores por muchas universidades, que combina el estudio de disciplinas generales con la especialización destinada a ingresar al mercado laboral después de la graduación.

Si tuviera que elegir un libro para leer a los niños, especialmente a una edad temprana, Locke recomienda las Fábulas de Esopo. Válidos consejos, junto a la lectura de otros autores posteriores al pensador británico, y que han constituido una lectura muy formativa para muchos, como los relatos de Hans Christian Andersen, comenta Santiago Iñiguez de Onzoño.

Educar es un arte, y el arte implica creatividad, expresión, imaginación y estética…

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