No podemos negar que se han producido transformaciones durante los últimos 30 años en el ámbito educativo, pero son pequeños pasos, por lo que aún no parece que el tema sea una prioridad para las autoridades.
El pasado 16 de enero se celebró el 30 aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz en El Salvador, poniendo fin a los 12 años de conflicto armado que atravesó el país. Luego del evento, se impulsaron reformas y la intención fue impulsar políticas públicas que aborden la desigualdad social, económica y cultural. Esto es vital, pero ¿cuál ha sido el papel de la educación durante estas últimas tres décadas para consolidar la paz?
Si bien la consolidación de la paz en el país no es una actividad que atañe directamente al campo educativo, juega un papel muy importante en la sociedad posconflicto. Me atrevería a decir que la educación es la herramienta más poderosa para promover nuevas relaciones sociales basadas en la tolerancia y el respeto a la diversidad de pensamiento. Entonces, es necesario evaluar si el sistema educativo salvadoreño ha cumplido con esta tarea.
Tras la firma de los Acuerdos de Paz, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) implementó el Programa Cultura de Paz en El Salvador para contribuir al proceso de reconstrucción de la sociedad salvadoreña. Los objetivos y metas del programa no fueron completamente especificados, pero influyeron en la creación de políticas sociales como el Plan Decenal de Reforma Educativa en marcha propuesto para la década 1995-2005.
El plan decenal de Educación para la década 1995-2005 tuvo como objetivo crear un plan educativo basado en una cultura de paz, valores y democracia. Sin embargo, según Amaral Gómez Arévalo en su artículo Educación para la Paz en el sistema educativo de El Salvador, la realidad fue otra: “En lugar de formar en estos valores, y de acuerdo con las políticas económicas aplicadas a partir de 1995, la educación ha estado en al servicio de la incorporación al nuevo orden económico mundial de la sociedad salvadoreña”.
Posteriormente, se crearon muchos otros planes educativos que buscaban promover una cultura de paz. Sin embargo, tales medidas no se implementaron completamente; educación enfocada a preparar a la población para incorporarse al dinamismo económico regional. Esta situación dejó nuevamente sin poder resolver con éxito el desafío planteado tras la firma de los Acuerdos de Paz.
¿Cómo podemos lograr la educación para la paz en un sistema educativo que aún refleja una cultura de violencia? Esto es difícil cuando ha sido el propio sistema el que ha excluido a miles de niños, niñas y jóvenes de una educación de calidad; cuando los docentes no han tenido la preparación pedagógica necesaria; cuando la infraestructura de muchas escuelas a lo largo del país no cuenta con las condiciones mínimas para mantener un ambiente de aprendizaje digno. Y no podemos negar que se han llevado a cabo transformaciones durante los últimos 30 años en el campo educativo, pero son pequeños pasos, por lo que aún no parece que el tema sea una prioridad para las autoridades.
Todos estamos comprometidos con la construcción de un mejor El Salvador, pero eso solo se logrará con un sistema educativo que responda a las necesidades sociales actuales; que dote a cada niño, niña y joven de este país de las habilidades y conocimientos fundamentales para afrontar adecuadamente los diversos escenarios que le tocará afrontar en la vida. La educación es la única arma que tenemos en tiempos de paz, que es la piedra angular de una sociedad en desarrollo, porque sólo con ella podremos cerrar paulatinamente las brechas sociales que aún sufre nuestro país.
Estudiante de Ingeniería Comercial
Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)