La esencia de «educativo»

Si no pensamos en la educación, si no incorporamos el humanismo y el debate, nuestro sistema se deshumanizará y se hará cómplice de los grandes problemas que estamos viviendo con la violencia, la intolerancia, la migración, las pandillas, etc.

Maestros, padres y madres, de vez en cuando es necesario detenerse a pensar en la educación; sobre lo que hacemos y esperamos de nuestros estudiantes y niños. Últimamente estamos muy preocupados por la tecnología, por los resultados académicos y hemos descuidado y olvidado lo esencial, la filosofía de la educación.
Educar no es preparar a los estudiantes para conseguir un trabajo y ganar dinero…; tampoco educamos para aprobar materias ni para sacar buenas notas…; La esencia de la educación es diseñar soluciones y brindar herramientas cognitivas, emocionales, sociales, plásticas, técnicas y físicas para realizarse, ser feliz y poder decidir libre, responsable y éticamente lo que quiero hacer con mi vida, respetando a los demás y el entorno.

En la Grecia clásica existían tres conceptos importantes: la Paideia (el ideal educativo del ciudadano), la Areté (los valores o virtudes) y la Techné (lo propiamente curricular, didáctico y pedagógico); traducido a nuestro tiempo y circunstancias: el ideal salvadoreño, nuestra cultura y lo que debemos enseñar en las escuelas, colegios y universidades. ¿Tenemos una idea sobre este enfoque o enseñamos en base a programas de estudio y libros de texto? ¿Sabemos cuál es el ideal de ciudadano que pretende formar el sistema educativo?

No depositamos contenido en un espacio vacío (Freire) ni domesticamos lo salvaje como una “tabula rasa” (Locke); nos encontramos ante una compleja “inteligencia sentiente” (Zubiri) que tiene necesidades y empieza a diseñar soluciones a los retos de la realidad y la alteridad que la rodea; En efecto, desde la neurociencia, la plasticidad cerebral que configura al ser humano es un proceso guiado por la evolución y la entropía, avanzando y sobreviviendo a las incertidumbres, prediciendo, actuando, decidiendo, eligiendo.

Nuestro pasado, presente y futuro ha sido, es y será consecuencia de la educación; el grado de escolarización social, valoremos o no socialmente la educación, la calidad de los servicios escolares, la eficiencia y dignidad de los docentes, son algunos de los elementos fundamentales que componen la ciudadanía.

Como señala Werner Jaeger en su libro “The Ideals of Paideia” (Universidad de Harvard, 1942), tratar de explicar o encerrar el significado de educación en un concepto es sumamente complejo.

Casi todos creemos que es un problema o responsabilidad del sistema educativo, del Ministerio de Educación, de la escuela, colegio o universidad o de los docentes; pero es algo más trascendente, que supera incluso a la “sociedad educadora” y nos remite a las costumbres y valores de la familia y comunidad donde vivimos.

La educación es un conjunto de principios a través de los cuales la comunidad humana conserva y transmite ciertos valores esenciales de la convivencia; Es mucho más que Matemáticas, Lenguaje, Ciencias Naturales y Sociales.
Ser cortés significa ser tolerante, respetuoso, honorable, ético y solidario; ejercitar la voluntad y la razón en beneficio de uno mismo y al mismo tiempo de todos; trabajar, descubrir y crear para una mejor convivencia. Jaeger señala: “La educación es una fuerza vital, creativa y plástica, que impulsa espontáneamente a toda especie viviente al mantenimiento y propagación de su tipo. Pero adquiere en él el grado más alto de su intensidad, por el esfuerzo consciente del conocimiento y de la voluntad dirigida a la consecución de un fin.

Lo educativo no es un bien individual, sino que pertenece, por su esencia, a la alteridad ya la comunidad; nos educamos frente a los demás, con los demás y para los demás. Somos, desde la sociobiología “Zoon Politikón”, por eso necesitamos leyes de convivencia y normas para la relación política y cumplir la visión teleológica (Aristóteles). En efecto, la educación participa en la vida y el crecimiento de la sociedad y el desarrollo social depende de la toma de conciencia de los valores aprendidos y experimentados.

Al final debemos preguntarnos: ¿educamos para qué? mucha gente lo hace mecánicamente o por tradición, nadie objeta la importancia y el papel de la escuela; Buscamos el mejor centro educativo posible y comienza este extenso camino; los profesores van y vienen, las decepciones y las alegrías, los exámenes y las calificaciones, y al final debes terminar el proceso con un “título o grado” académico. ¿Pero ese era el objetivo…?

La tensión contemporánea entre el desconocido “megalopsychos” de la Ética aristotélica y el conocido líder de una pandilla nos sitúa en un debate fundamental: ¿es el sistema educativo responsable de lo que tenemos y somos socialmente? Probablemente sí, pero no lo hemos descubierto.

Si no pensamos en la educación, si no incorporamos el humanismo y el debate, nuestro sistema se deshumanizará y se hará cómplice de los grandes problemas que estamos viviendo con la violencia, la intolerancia, la migración, las pandillas, etc. Hoy tenemos una doble rasero: una minoría bien educada y con oportunidades, y una mayoría condenada al fracaso y a participar en ciclos desventajosos de pobreza.

Es urgente revisar y transformar nuestro sistema educativo en un lugar mejor. Esto involucra la dinámica familiar, la primera infancia, la escuela y el sistema universitario. Debemos definir el ciudadano ideal que necesitamos y trabajar para conseguirlo. Podríamos empezar por tres aspectos muy básicos: a) El respeto y cumplimiento de la ley; b) Valorar y cuidar el medio ambiente; yc) Tolerancia y razonamiento. Esto puede empezar en casa…

Investigador Educativo/ [email protected]