Pedagogía de la nada | Noticias de El Salvador

Hoy, en medio de la revolución digital, de cada 10 estudiantes que completan la educación básica, solo 4 terminan el bachillerato y, de estos, solo 2 ingresan a la universidad. Una cifra impactante que hemos tolerado y seguimos tolerando; nada ha cambiado; y el sistema educativo tiene una gran parte de responsabilidad.

En 1995 intentamos dejar el conductismo de Watson, Pavlov y Skinner y quisimos asumir el constructivismo de Piaget y Vygotsky; los escasos y limitados cinco días de renovación pedagógica lograron un cambio de forma pero no de fondo. No fue posible ahondar en el modelo psicopedagógico o neurocientífico, y al final casi todos los discursos son constructivistas, pero en la práctica predomina el conductismo, con el agravamiento de una simbiosis desestructurada.
Poco o nada cambiará en el sistema educativo si no reflexionamos e intervenimos en los modelos pedagógicos y didácticos; la situación es mucho más preocupante en las circunstancias de la educación en línea; la bilateralidad y la empatía son limitadas; Y aunque los profesores creen que enseñan, los estudiantes a menudo se encuentran en otras «ventanas» más interactivas de las redes sociales o YouTube.
Si antes de la pandemia del covid-19 se enseñaba la mitad de la capacidad curricular, es decir, de los 200 días solo teníamos 100 días o menos de “aprendizaje efectivo”, que coincidió con los 5 fatales del PAES ¿Qué está pasando ahora? ; Agreguemos a esto los problemas de falta de sociabilidad educativa en preescolar y primer ciclo.
Las narrativas educativas y la moda no han faltado: los cuatro pilares de Jacques Delors, las inteligencias múltiples de Howard Gardner, los modelos Montessorianos, la educación por competencias, las actividades integradoras, la educación inclusiva, entre muchos otros. Pero en el fondo, la calidad y eficiencia de los aprendizajes deja mucho que desear y se manifiesta en el nivel cultural y cívico, en la estética, en la escritura y en la capacidad comunicativa de muchos universitarios y profesionales.
El sistema educativo está fallando y empeorando; La incompetencia estructural es notoria, y somos «Laissez faire et laissez passer» tolerando este fracaso como si nada hubiera pasado. Basta con echar un vistazo al espectro cultural de nuestra clase política para darnos cuenta en el vacío que hemos caído, sin contar las dimensiones lógicas y éticas de su pensamiento y proceder.
La mente y el entendimiento humanos son elementos complejos; La plasticidad cerebral se estudia cada vez más y tenemos imágenes más detalladas de las tormentas electroquímicas que provocan la predicción y el aprendizaje. Pero falta una pieza fundamental en el análisis: El medio ambiente …
La sociedad educa, también la familia, los amigos, los juegos y los diálogos e interacciones que conforman el escenario donde se aprende; de hecho, el portátil, la tableta o el móvil son hoy, en el marco de la transformación digital, uno de los espacios predominantes.
¿Dónde y con quién charlan los niños y adolescentes? ¿Cuántas horas pasan en TikTok, Instagram o Minecraft? ¿Cuánto tiempo socializan o juegan con otros niños en tiempo real y físicamente? ¿Qué juegan y con quién juegan? Siendo honestos, esta nueva realidad y normalidad digital tendrá sus consecuencias y docentes, padres y madres deben pensar en sus ajustes curriculares o dinámicas domésticas como respuesta.
Me da la impresión de que muchos sistemas educativos han abandonado la idea de un modelo pedagógico, se han quedado huérfanos de fundamentos sociológicos, psicológicos y filosóficos; los que tienen un poco más de suerte y tienen un plan de estudios nacional o estructural que establece un hilo conductor (Scop y Sequence); y la mayoría se limita a enseñar con programas de estudio o libros de texto. Esto, a partir de las teorías de la Gestalt, provoca un fenómeno fractal o fragmentado; así, los niños aprenden contenidos, saben, pero no comprenden, no entretejen y no pueden aplicar lo que saben.
Vivimos en una época de la “pedagogía de la nada” –anti pedagogía- esto significa que enseñamos sin guía, sin modelo, sin sentido, sin sentido, sin referente psicopedagógico o neurocientífico; Lo único que nos interesa es que los alumnos aprueben un examen, obtengan una nota, si aprendieron o no, si lo que aprendieron es útil para la vida o si es significativo, es otra cosa y no es un problema de la educación. sistema o instituciones educativas.
Esto nos lleva al fin último de la educación, a esa idea de formar ciudadanos realizados, felices y capaces, sensibles y solidarios, respetuosos con el medio ambiente, tolerantes y democráticos. Pero para muchos se estudia solo para obtener un título y ganar dinero. Necesitamos una visión holística de estos ideales, posibles y necesarios 22 años de educación (3 preescolar + 12 primaria y secundaria + 5 universitarios + 2 posgrados).
Hoy, en medio de la revolución digital, de cada 10 estudiantes que completan la educación básica, solo 4 terminan el bachillerato y, de estos, solo 2 ingresan a la universidad. Una cifra impactante que hemos tolerado y seguimos tolerando; nada ha cambiado; y el sistema educativo tiene una gran parte de responsabilidad. Desde hace más de 30 años hablamos de «enseñar dignidad y calidad educativa», un discurso de mentira, y pese a ello: 1) El docente sigue siendo el techo de la calidad educativa; y 2) ninguna sociedad será superior a sus universidades.
De nada sirve entregar computadoras, construir escuelas e imprimir libros de texto si no resolvemos el gran problema de tener maestros efectivos, éticos, dignos y pedagógicamente competentes.
Lo mismo que le pasa al equipo de fútbol le pasa al colegio; entrenamos, jugamos mal y perdemos; se necesita un proyecto real …

Investigador educativo/[email protected]