El proyecto de USAID «Educación Superior para el Crecimiento Económico» realizó diagnósticos, diseñó una política específica, equipos de laboratorio y sentó las bases para un importante proceso de reforma; estos antecedentes y recursos deben aprovecharse.
El Director Nacional de Educación Superior, Christian Aparicio, plantea importantes desafíos en cuanto a la reforma del nivel de educación terciaria; Este aggiornamento implica: la actualización de la Ley de Educación Superior de 1995-1997; revisar y mejorar el sistema de la Comisión de Acreditación; promover la internacionalización y la innovación en el sistema; generar más y mejor investigación, entre otros aspectos.
Michael Crow y William Dabars en el libro «Designing the New American University: A Review» han propuesto un modelo revolucionario para una nueva universidad estadounidense. Este enfoque, ahora incorporado al estatuto de la Universidad Estatal de Arizona (ASU), promueve el diseño universitario que incluye la admisión de estudiantes, realiza investigaciones con valor público y asume una mayor responsabilidad por el bienestar de la comunidad. Es un modelo que ofrece mejores resultados para estudiantes y comunidades y logra una mejor tasa de retorno. Durante muchos años, la discriminación y exclusión académica basada en pruebas meritocráticas estandarizadas ha sido un factor asociado con la “excelencia académica”; Crow y Dabars desafían el estándar y proponen eliminar estas barreras. Cualquiera que pueda y quiera estudiar es bienvenido, sin más obstáculos que desafiarse a sí mismo. En un escenario como el nuestro, eliminar barreras es clave, pero hay otros aspectos que hay que discutir.
El proyecto de USAID «Educación Superior para el Crecimiento Económico» realizó diagnósticos, diseñó una política específica, equipos de laboratorio y sentó las bases para un importante proceso de reforma; estos antecedentes y recursos deben aprovecharse.
Hay una serie de temas que demandan un tratamiento urgente ante la internacionalización y actualización del sistema superior; por ejemplo: pasar de la métrica académica de Unidades de Valoración al Crédito Académico; actualizar el diseño de planes de carrera con esquemas más flexibles, pero de mejor calidad (4 años de pregrado y 12 a 18 meses de maestría); promover un verdadero desarrollo científico basado en evidencias; revisar y mejorar el sistema de acreditación por programas.
Otros aspectos que son relevantes para la reforma y deben ser discutidos son los siguientes: Crear una nueva gobernanza y rediseñar el mapa institucional, estableciendo nuevos criterios más exigentes para las “universidades” y redefiniendo el rol de las instituciones que no pueden cumplirlos como Institutos Comunitarios de Certificación o Centros Técnicos Superiores de Calificación Laboral (Community College).
Por ejemplo: para enseñar en las universidades debe tener al menos una maestría; al menos el diez por ciento del personal docente debe tener un doctorado (dentro de un período mensurable de cinco años); el cinco por ciento del presupuesto debería dedicarse a la investigación y el cinco por ciento debería destinarse al desarrollo de laboratorios y equipos; Todas las universidades a acreditar deben presentar un informe de logros comprobables, que al menos proyecte alguno de estos parámetros: patentes, diseños industriales, publicaciones, artículos arbitrados en revistas, Becas, movilidad académica, proyectos de impacto comunitario con indicadores, entre otros. Cada universidad debe tener al menos un programa de doctorado; Además, debe contar con activos y un campus adecuado para cumplir con las funciones universitarias.
Las instituciones que no puedan cumplir con estos estándares podrían dedicarse a una función sustantiva para la sociedad, la formación de técnicos y profesionales para la formación laboral. Existe una gran demanda de certificación de competencias para determinados sectores. Con este esquema, imitando el modelo terciario de Japón, habría instituciones dedicadas a la formación científica de profesionales-científicos y otras dedicadas a la formación profesional para el trabajo.
Actualmente existen 24 universidades, 11 institutos especializados y 5 institutos tecnológicos; de estas 40 instituciones solo hay 13 acreditadas. La matrícula del nivel es de 189,117 alumnos. De los 77.207 estudiantes que tomaron la prueba AVANZADA, menos del 25% ingresarán a las universidades. No debemos olvidar en el análisis que la Universidad de El Salvador necesita un presupuesto adecuado. Nuestros indicadores de eficiencia son muy limitados, solo el 10% de los matriculados logran graduarse en el tiempo estipulado por el programa, no tenemos patentes universitarias, pocas publicaciones en bases de datos, la tasa de inserción laboral es incierta, la matrícula es muy baja, muchos profesionales se refugian en la docencia como simple medio de complemento salarial, el vínculo universidad-empresa es limitado, las relaciones con el gobierno se deterioran, muchas universidades privadas funcionan como empresas familiares, entre otros problemas.
Las universidades no deben verse como «ascensores sociales» (Martín-Baró) para emitir títulos; Son centros de conocimiento para dinamizar y transformar un país, donde se deben diseñar soluciones a los grandes problemas que nos aquejan.
Ninguna sociedad es superior a sus universidades…; Si seguimos haciendo lo mismo, nada cambiará; y la transformación de una nación depende de su sistema de educación superior, hay mucha evidencia.
Investigador educativo/[email protected]